El evento es mío y me lo follo cuando quiero

Una forma alternativa de combatir sucesos como la cancelación del ‘Gaming Ladies’

Ignacio Segura
EÑES

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Hay cosas en esta vida para las que tengo poca paciencia. Una de las que más me encabrona es el tipo de situación en la que un grupo de personas reduce la libertad personal de otros porque sí.

Recientemente ha saltado un caso en los medios, la cancelación del Gaming Ladies, un evento relacionado con los videojuegos, dirigido exclusivamente a mujeres. La razón oficial de la cancelación ha sido:

Me cabrea muchísimo esto porque es vivir bajo la tiranía de los estúpidos. Para mí no es solo una cuestión feminista, sino algo que va mucho más lejos, es decir: es un atentado contra la libertad de las personas. Me explico:

Unas personas, a título privado, deciden organizar un evento. Eligen el tema que les da la gana. Deciden limitar la asistencia a la gente que les da la gana, con el criterio que les da la gana. Consiguen un patrocinador privado, que como empresa privada que es, lo hace porque le da la gana, y apoya hasta donde le da la gana.

Un montón de gente externa al evento se encabrona y fuerza la cancelación del mismo.

¿Veis el problema?

Soy especialmente sensible a todo lo que tiene que ver con la libertad individual, y en este caso particular se había conculcado un derecho de las personas que yo me tomo muy en serio:

Tenemos derecho a no dar razones o excusas para justificar nuestro comportamiento.

Tal cual. La gente está acostumbrada, muy mal acostumbrada, a dar y pedir explicaciones por todo. Hay que cambiar eso. Cuando alguien nos presiona para que nos justifiquemos, está intentando manipularnos o controlarnos. Sea tu jefe, tu hermano del alma, tu madre o tu pareja. Es una forma de control y tenemos derecho a negarnos.

Más aún si los que demandan explicaciones son gente que no pinta nada en nuestros asuntos.

¿Qué propones?

Lo que yo propongo es dejar de razonar con los troles del mundo exterior, solo intentarlo ya supone admitir que su opinión importa. Y eso no es así: tu voluntad no necesita justificarse.

El evento es mío y me lo follo cuando quiero.

Y punto. En el momento que intentas argumentar la necesidad de algo que haces porque quieres, ya estás renunciando a tus derechos, y lo haces por gente que no vale esa renuncia.

Si hablamos de una iniciativa privada, no hay por qué ir más allá. No hay que hablar de discriminación, ni de hostilidad ni de otros casos ni de nada. El evento es así porque me da la gana. Ni siquiera hay por qué discutir la necesidad de un evento así, porque donde hay hechos no hacen falta razones. El número de asistentes te da o quita la razón, te dice si hay o no demanda para lo que propones.

¿Y a mí que me importa?

A mí me importa porque cada vez que pasa esto nuestra libertad personal se reduce y los estúpidos controlan un poco más nuestro mundo. Eso me indigna. Es la victoria de los «tontolistillos» y de los matones de instituto frente a los chicos y chicas que dibujan cómics en clase, o escriben poesía, o intentan grabar un corto, sin tener la aprobación del populacho. Misma historia, a escala colectiva y adulta.

Y es que hay cosas en esta vida para las que tengo poca paciencia, parte 2: cuando alguien listo necesita la aprobación de un tonto con poder para avanzar.

No debemos dar un paso atrás ante los tontos. No debemos dejarles tener poder.

Eso me cabrea muchísimo.

Si estás de acuerdo con no dar explicaciones a quien no las merece, te invito a que compartas este texto y lo recomiendes pulsando el ♥︎ abajo a la derecha. Gracias.

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Ignacio Segura
EÑES
Writer for

Graphic design nerd focused on all things visual and interactive. Currently working as consultant for World Bank.